El eje terrestre está inclinado 23º 27′ respecto a la perpendicular de su plano orbital alrededor del Sol, la elíptica. Pero, desde la perspectiva geocéntrica es el Sol el que se mueve, en apariencia, en torno a nosotros subiendo y bajando por la línea del horizonte. Inclinado con referencia al ecuador celeste que es una proyección del ecuador terrestre, el Sol proyecta sus rayos y su calor con más o menos intensidad dependiendo del punto de la elíptica en que se encuentre la Tierra y del grado de latitud terrestre. Este es el fenómeno que provoca que haya distintas estaciones climáticas según la latitud y el periodo anual. Y a ello también se debe el fenómeno de la noche polar y el sol de medianoche en las latitudes cercanas a los círculos polares, ya que en estas latitudes el aparente movimiento del Sol en el horizonte se percibe de modo muy diferente debido a la inclinación del eje de rotación de la Tierra.
La eclíptica es fija en el cielo, puesto que la órbita de la Tierra alrededor del Sol es siempre la misma. Pero no sucede lo mismo con el ecuador celeste (proyección del ecuador terrestre), el cual es móvil debido al movimiento de precesión del eje de rotación de la tierra.
El movimiento de precesión es común a todos los cuerpos que giran en torno a sí mismos, y se desplazan al mismo tiempo en presencia de un campo gravitatorio, adoptando un movimiento parecido al de una peonza.
Debido a ello el paisaje de estrellas que vemos en el firmamento varia lentamente con el tiempo. En el momento actual el eje de la tierra apunta a la estrella polaris, actual estrella Polar. Con el transcurso del tiempo el eje polar norte de la Tierra ira pasando sucesivamente, a intervalos de unos 6.000 años, por las estrellas Alpha Draconis (Thuban), Vega, Denech y al Deramin para volver a polaris al cabo de unos 26.000 años.
Igualmente la posición de las distintas constelaciones varia lentamente. Así, en la época de los romanos, el Sol estaba en la constelación de Aries en el equinoccio de primavera. En la actualidad la primavera comienza cuando el Sol esta en Piscis, y en un futuro, no muy lejano, comenzará cuando el Sol este entrando en Acuario.
Se le otorga el descubrimiento de este movimiento de precesión al astrónomo y matemático griego Hiparco de Nicea (Nicea, c. 190 a. C.-c. 120 a. C.). Este hecho revelo la diferencia entre año tropical y año sidéreo. El año sidéreo es la medida de tiempo exacta que tarda la Tierra en recorrer la elíptica alrededor del Sol tomando como referencia una estrella fija del cielo. El año tropical es la medición del periodo anual desde una visión geocéntrica, tomando como referencia las estaciones, los equinoccios y los solsticios. Si el eje de rotación de la Tierra estuviera alineado perpendicularmente a 90º con la elíptica el año sidéreo y el año tropical serían iguales, el clima sería prácticamente uniforme en todo el globo y no habría estaciones, algo así como ocurre en los equinoccios, en primavera y otoño. Los solsticios marcan el punto más alto y más bajo de la elíptica, respecto el plano ecuatorial, es cuando se da la noche más larga o más corta y viceversa según la latitud terrestre. Los equinoccios marcan la alineación perpendicular del eje de la tierra con la elíptica, es cuando se da una duración igual del día y la noche.
Desde una perspectiva geocéntrica y humana, lo más relevante de todo esto es el paso de las estaciones y la pauta climática, biológica y medioambiental que marcan estos ciclos climáticos. Así, los mapas de las constelaciones celestes que se dibujaban desde las observaciones terrestres ya en los tiempos de Kidinnu en Babilonia, Hiparco de Nicea en Grecia o Claudio Ptolomeo en Alejandría, marcaban unas posiciones celestes que se correspondían con los períodos anuales terrestres. De este modo se marcó para el comienzo de la primavera o equinoccio vernal al punto 0º de Aries y al equinoccio hibernal o comienzo del otoño al punto 0º de Libra. Especialmente el punto 0º de Aries es un punto de referencia astronómica importante, ya que se toma como referencia para la medición del tiempo sideral y corresponde siempre a la alineación perpendicular del eje de la tierra con la elíptica, el equinoccio de primavera.
Del mismo modo, el Trópico de Cáncer o el Trópico de Capricornio son referencias a la correspondencia que había entre las constelaciones celestes y las posiciones terrestres en aquellos tiempos en que se hizo la medición del punto en que el Sol incide con sus rayos de forma perpendicular sobre la Tierra en el momento del solsticio. Trópico es una palabra que proviene del griego y significa “vuelta” o “giro”, hacía referencia a una vuelta completa al año estacional.
La correspondencia con las constelaciones celestes ya no corresponde debido al movimiento de precesión, pero el paralelo donde incide el Sol verticalmente en cada solsticio sigue siendo el mismo con una pequeña variación de medio segundo cada año. Al igual los equinoccios y los ciclos climáticos siguen siendo iguales, respecto al movimiento aparente del Sol alrededor de la Tierra y la percepción del ser humano al respecto sigue siendo la misma.
Es debido a esto que los cálculos para ajustar el calendario calendario anual usan de referencia el año tropical. Pues usando el año sideral, aunque pudiera ganar en precisión matemática respecto a coordenadas celestes, no respetaría los ciclos estacionales terrestres. El año tropical es pues más adecuado para, digamos, la perspectiva geocéntrica.
La astrología es por definición geocéntrica y del mismo modo, la astrología occidental, sigue usando la referencia del mapa celeste tropical sin tener en cuenta la variación del movimiento de precesión, por eso es llamada astrología tropical. La razón es bien sencilla, el cinturón zodiacal es una referencia simbólica a la vez que una referencia espacial para la localización de la posición planetaria. Esta correspondencia simbólica y su significado para cada signo zodiacal, está totalmente ligada al ciclo climático terrestre correspondiente. Así se ha construido la astrología occidental desde sus orígenes y así la hemos heredado.
Existe una astrología sideral de origen hindú que desde sus inicios tiene en cuenta la corrección de 1º aproximadamente cada 71 años de las coordenadas celestes para sus cálculos astrológicos. Pero es un sistema astrológico totalmente diferente al occidental, tratar de comparar uno con el otro sería como tratar de comparar la medicina tradicional china con la ayurveda o la medicina de Hipócrates. Son sistemas diferentes e igualmente respetables todos ellos.
En la astrología occidental cada signo corresponde a un momento de la estación y desde ahí se construye su significado simbólico. Un significado simbólico que describe simultáneamente aspectos de la psicología humana y de la naturaleza medioambiental en la que este vive, crece y se desarrolla. Dando correspondencias se construye una descripción del ser humano totalmente relacionada y análoga con la naturaleza y sus ciclos. Desde un lenguaje simbólico y analógico que construye descripciones enlazando similitudes de tal modo que se pueden enlazar correspondencias con periodos estacionales, el zodiaco y las etapas de la vida y desarrollo de la persona.
Aries: simboliza el estallido de vida de la primavera, es el impulso para empezar, emprender y tomar iniciativa. Corresponde al momento del nacimiento.
Tauro: simboliza el enraizamiento y la concreción, la consolidación de la forma y la abundancia material. Corresponde a la fase oral, el primer contacto sensual con el mundo.
Géminis: simboliza la conquista aérea de las plantas, la dualidad y conexión entre dos polos. La función clorofílica asociada a la respiración alcanza su plenitud. Corresponde a la utilización del lenguaje, etapa de inicio de la comunicación verbal.
Cáncer: simboliza el proceso de formación de la semilla, la gestación y la maternidad.. El cangrejo tiene un duro caparazón que protege el vulnerable organismo que anida en su interior. Corresponde el sentimiento de pertenencia a una familia, conciencia de los vínculos de emotivos.
Leo: simboliza el momento de plenitud del fruto, así como el momento de plenitud de su regente el Sol. Corresponde al deseo de protagonismo y de reconocimiento, primera infancia y adolescencia.
Virgo: simboliza el periodo de la cosecha que nos alimentara durante el invierno. Su imagen es una joven que sujeta una espiga de trigo entre sus manos. Corresponde a la integración al mundo laboral, se asumen obligaciones. Paso a la edad adulta.
Libra: simboliza el equilibrio y la cooperación entre dos partes. El equinoccio hivernal en que el día cede su espacio a la noche y la naturaleza entra en estado de reposo. Corresponde a las relaciones y vínculos sociales, las asociaciones y el matrimonio. Consolidación de la madurez.
Escorpio: simboliza el periodo otoñal, la transformación a través de la muerte, la muda de los árboles que entregan sus hojas caducas a la tierra para que se transformen en abono. Corresponde a la transformación y definición del objetivo de las relaciones establecidas. Crisis que abren periodos de creatividad en la etapa adulta.
Sagitario: simboliza el inicio del invierno donde hay pocos rastros de vegetación, la necesidad incita a explorar nuevos terrenos, a expandirse y llevar la mirada hacia al cielo con esperanza y optimismo para elevarse. Corresponde a la reflexión sobre ideales y valores existenciales en la propia vida. El establecimiento de valores elevados que guían el camino.
Capricornio: simboliza la consolidación de la fase invernal, el trabajo lento pero constante que realiza la tierra desde sus entrañas con la fertilización silenciosa de las semillas ocultas. Corresponde a la necesidad de realización social y de estatus en base a la contribución que uno hace a la sociedad.
Acuario: simboliza el momento en que la semilla empieza a integrarse en la tierra, pero aún es pronto para los primeros brotes. Corresponde a la aportación que uno hace a la sociedad en base a lo que ha aprendido y a su experiencia. El anciano que siembra su experiencia en la vida del joven inexperto.
Piscis: simboliza la transición entre el invierno y la primavera, donde aparecen los primeros brotes. Es un fin de ciclo que anuncia un nuevo comienzo. Corresponde a la fase final y a la conexión con lo sutil y trascendente.