Visto desde nuestro punto de observación geocéntrico, el Sol gira alrededor de la Tierra. La órbita circular que el Sol completa en un año forma un plano que se llama eclíptica. Las órbitas de los planetas y la Luna se desplazan en planos muy cercanos a la eclíptica. Esta eclíptica es dividida en 12 sectores de 30º que denominamos con el nombre de las constelaciones que forman el fondo estelar por el que pasa la eclíptica. Este fondo estelar que marca el recorrido que hacen los planetas y el sol, desde nuestra visión geocéntrica, es el cinturón zodiacal. Este no corresponde a la posición exacta de las constelaciones en el mapa celeste, si así fuera no estaría dividido en sectores de 30º exactos. Es más bien un práctico sistema de coordenadas para localizar la posición de los planetas. Este cinturón zodiacal tiene por tanto un valor simbólico.
El cinturón zodiacal corresponde a una zona de 17º en el mapa celeste en la que la eclíptica, el recorrido del Sol, es su punto medio. A 8º 30’ al Norte y al Sur de la eclíptica tenemos el sector celeste representado por el cinturón zodiacal que no es más que la autopista de recorrido de los planetas, el Sol y la Luna en su movimiento cíclico visto desde la tierra. El porqué de esto se debe a que los planetas realizan sus revoluciones en torno al Sol en órbitas más o menos inclinadas respecto al eje de rotación solar, pero dentro de unos límites o de cierta franja. Es decir, los planos orbitales de los planetas del sistema solar (y el de la Luna) no coinciden unos con otros, pero se separan poco dentro de una franja no muy ancha. Por tanto, desde el punto de vista geocéntrico, nosotros observamos moverse a los planetas, la Luna y el Sol dentro de una banda, también limitada, denominada zodíaco. Sólo Plutón sobrepasa en ocasiones los 8º50′ al norte o al sur de la eclíptica, debido a que su órbita es excepcionalmente inclinada, pudiendo llegar hasta los 12º tanto al norte como al sur.
El valor que en la astrología actual se da al zodiaco es también puramente simbólico. Este lenguaje simbólico viene gestándose desde el albor de los tiempos, fruto de la proyección subjetiva de la propia psicología humana, representa la percepción del ser humano viéndose a sí mismo reflejado en el cielo.
Los descubrimientos en astronomía realizados durante los siglos XVI y XVII, provocaron la separación de la astrología y la astronomía. La astrología paso a ser censurada, aunque esta había sido siempre practicada por hombres sabios, incluyendo a todos los grandes astrónomos de la época, como Isaac Newton. Esta se fue diluyendo hasta quedar prohibida en el ámbito académico, quedando recluida al terreno de la magia y la superstición. Desde entonces hasta hoy todo astrólogo tiene que luchar contra este estigma. Dese principios del siglo XX hasta la actualidad vivimos un tímido resurgir que en la actualidad se va contagiando a las grandes masas. A finales del siglo XIX, surgen movimientos como la Teosofía y la Antroposofía, herederos de un creciente interés por las religiones y filosofías orientales, con un espíritu renovador orientado hacia el campo esotérico, ayudan a despertar un renovado interés por la astrología que en aquellos momentos estaba pasando sus momentos más oscuros. También la expansión de la masonería más allá de sus círculos herméticos tradicionales, así como otras prácticas y ordenes esotéricas han facilitado este resurgir de la astrología.
Todo este proceso coincide en el tiempo con la aparición de la psicología. Como no podía ser de otro modo todo investigador en el campo de la naciente psicología de comienzos del siglo XX coquetea con la astrología. Como sea, durante todo el siglo XX se va gestando una renovación de la astrología que viene a ser revitalizada, aun y arrastrando el estigma de la superchería, con la investigación de orientación psicológica.
En la base de toda esta alianza esta la teoría de que todo sistema de creencias antiguo está relacionado con todo sistema de creencias renovado a posterior, así como con el sustrato de la psique del individuo, contra más antiguo el sistema de creencias, más profundo el sustrato de la psique, siendo la base de la psique las creencias y valores más ancestrales. En base a esta teoría, todo se relaciona y todo esta interconectado en la psique humana con la historia colectiva de la humanidad y con la historia personal. Y en base a esta teoría, la astrología abre la puerta a la conexión cosmo-biológica de la psique, una creencia de la que por supuesto no tiene pruebas científicas, pero con la que cierra el círculo de un sistema estructurado de valores y creencias que incluyendo a la ciencia deja abierta la interpretación para que el espíritu creativo del ser humano y su ciencia siga creciendo. Lo que sí se puede constatar es que la psique humana necesita de un sistema estructurado de valores y creencias, pues cuando no lo tiene lo construye o lo inventa, aunque este no le provisione de una estructura fértil, fuerte y equilibrada para un espíritu humano, creativo y acorde con las leyes de la naturaleza.