El genio (como genialidad y no como mal humor) es el aporte del individuo al grupo. Dicho así, se podría entender que el genio como talento es algo que cualquiera puede aportar, y así pues, como todos tenemos algo que aportar al grupo, todos tenemos algo de genio. Sin embargo, sabemos que no es así, todos tenemos algo que aportar, pero la genialidad es cosa de unos pocos. Tras la palabra genio, esperamos algo excepcional. Pero más que eso, la exaltación del genio es la expresión de algo diferente, único, libre y fuera de toda norma. Todo a la vez y desde la expresión original y singular del individuo.
Es por contraposición lo opuesto a los valores, normas y limitaciones impuestas por los códigos de conducta sociales, aceptados y establecidos por la comunidad humana. Como ya sabemos, en la profunda realidad del Ser los opuestos se complementan. Son como dos ángulos de la misma figura puestos en tensión para mantener la forma. El individuo con su genio y el grupo con sus normas, forman una oposición. El grupo es el que marca los límites al individuo, límites en los cuales moverse con libertad, una libertad compartida con el resto del grupo. Pero, ¿qué pasa cuando estos límites no cumplen con su función? ¿cuándo las normas y leyes establecidas en lugar de facilitar la vida en libertad, dentro del grupo, la aprisionan y la aplastan? Las restricciones del grupo funcionan de la misma manera que un recipiente; cuando el contenido crece o cambiamos a un recipiente más grande o el contenido se derrama, superando las limitaciones por su propio impulso (claro está que no es lo mismo el aumento de la masa por una buena fermentación que el suflé fruto del recalentón).
El genio del ser individual necesita del reconocimiento y se nutre del aprecio. Es una fuente de creatividad que surge de la singular expresión original del individuo. Y cuando recibe el reconocimiento y el aprecio del grupo tiene el poder de mutar, transformar y liberar las limitaciones de las que se nutren los valores y creencias que quedaron obsoletas. Estas se pueden mover a otro nivel en el que nuevas creencias y valores, hijas de las anteriores y fruto natural de sus propias tensiones, dan cabida a las nuevas necesidades. Como se suele decir, en la vida todo es cuestión de tiempo, pero también podríamos añadir a la temperatura como factor determinante ya que esta es imprescindible para la buena fermentación tanto fuera como dentro del horno…ojos para ver, oídos para escuchar.
En el Sistema de Diseño Humano se muestra muy bien todo el proceso individual, hay muchos lugares y modos desde los que el individuo da muestra de su creatividad. De todos los circuitos del cuerpo gráfico, el circuito del saber individual es el más largo y extenso. De sus muchas partes hay una que para mí es la más característica, que sin detrimento de las demás destaca por su genialidad, esta es el canal del Genio al loco, el canal de estructurar el saber individual para expresarlo verbalmente. No es una tarea fácil expresar el pensamiento en palabras que se entiendan, mucho menos cuando se trata de un saber individual que se expresa de manera original y única. Es un canal que se forma a través de dos hexagramas que están en oposición en la rueda zodiacal, reflejo de la polaridad que lleva implícito el título “del Genio al Loco”. La tensión de encontrar el momento y el modo adecuado de expresar el saber individual, puede llevar al éxito o al fracaso dependiendo de la reacción de aceptación o rechazo de los receptores del mensaje. Pues es esta una función proyectada, es decir, que necesita del reconocimiento y de la invitación previa para no generar rechazo. No toda expresión del genio individual está supeditada a una función proyectada a la espera de invitación. Pero esta función de estructurar el pensamiento para la expresión del saber individual, da una muestra del poder transformador del paradigma colectivo en el campo del pensamiento, el saber y las ideas. Es el individuo mostrando su saber para mutar el paradigma del pensamiento colectivo reinante. No es tarea fácil especialmente cuando los valores sociales tratan de homogeneizar al colectivo limitando las libertades del individuo y censurando su libertad de expresión. Pero ciertamente hay personas que vienen al mundo con el poder de desafiar las normas establecidas. El equilibrio de fuerzas entre el individuo y el grupo es parte del proceso de desarrollo humano, ambos van de la mano y siguen un programa evolutivo análogo que podemos leer en la rueda zodiacal del mandala del Rave. Dentro de este programa hay aceleradores, frenos y cambios de marcha que facilitan el tránsito por el ciclo de la vida.
Como muestra tenemos varios referentes de personajes ilustres que tienen este canal integrado en su cruz de encarnación, esto quiere decir que su Sol y Tierra, ya sea en su carta de diseño o en su carta de personalidad, formaban el eje del canal del genio al loco. Todos ellos tienen algo que decir sobre la expresión creativa y original del saber individual.
Salvador Dalí; nos aportó con su genial creatividad artística una visión renovada del arte. Entre otras cosas.
Ferran Adrià; genio transgresor de la faceta comestible del arte, léase gastronomía.
Gran Wayoming; genio comprometido con su faceta de comunicador sin perder nunca el humor.
Goerge Lucas; genio de magna obra que fue gestando desde sus inicios como cineasta y por la que ninguna productora quería dar un duro. Insistió hasta que los ejecutivos de Twentieth Century Fox, decidieron darle una oportunidad. Lucas llegó a un acuerdo con estos directivos para ceder su salario como director de la película a cambio de recibir el 40% de las ganancias de taquilla y todos los derechos del merchandising. Con el éxito de la saga Star Wars le llego la fama y la fortuna.
Krishnamurti; principal líder espiritual y guru de la Teosofía, hasta rechazar, el mismo, el rol de guru o título alguno. Fue un gran divulgador de la consciencia espiritual y de la filosofía metafísica del pensamiento.
Fidel castro; no solo llevaba la revolución en los genes, también llevaba una manera muy particular de explicarla. Todo su discurso revolucionario gira entorno a su particular visión del mundo y en su particular modo de arengar discursos larguísimos. Actualmente ostenta el record del discurso más largo con más de 12 horas, eso sí con un descansito en medio para estirar las piernas.