En esta biografía exploraremos algunos aspectos conocidos de la vida de Dalí a la luz del mapa de diseño humano. Analizaremos cómo la impronta que leemos en su carta, se manifiestan en su vida. Este análisis biográfico trata de observar, tan solo, los aspectos de la definición de la carta personal de diseño humano.
El mismo Salvador Dalí escribe una autobiografía como parte de su proceso creativo, en la forma del Diario de un Genio, tal como él lo titula. Texto muy recomendable, no sólo por su delirante humor de viaje entre la mística y el materialismo, sino también por el acceso que da a la visión de su mundo directamente de su puño y letra. Sólo con una atenta aproximación, abierta y sincera, se puede entender el mensaje y la obra de Dalí.
Dalí es un artista de talento en una época en que el arte se entiende como una herramienta para agitar consciencias en tiempos de cambio y transformación cultural. Son los tiempos en que nacen los llamados movimientos de vanguardia que buscan romper los límites de lo establecido a través de la innovación. Se experimenta con la provocación y la denuncia de la moral establecida. Dalí se identifica plenamente con los principios del movimiento surrealista, pero tardará muy poco en entrar en conflicto con su padre fundador André Breton. A partir de ese momento, Dalí, rompe con la idea de identificarse con cualquier movimiento y se dedica plenamente a una obra experimental en la que él se expresa desde su talento y singular originalidad, él solo se puede representar a sí mismo. Se dedica a explotar su talento como artista, con una amor por el dinero que nunca dejará de reconocer, por lo que a menudo es criticado desde los círculos de artistas e intelectuales comprometidos con la transformación social, pero él se mantuvo como mero espectador de todas las transformaciones que acontecían a su alrededor, expresando con su arte su visión del mundo, su compromiso es tan solo para sí mismo y su obra. En ella podemos ver plasmado un mundo en transformación, desde su particular modo de expresarlo, utiliza el lenguaje onírico para acercarnos a los nuevos conceptos que moldean el conocimiento y que tienen el poder de guiarnos hacia límites insospechados.
Dalí experimenta, pero lo que realmente tiene Dalí de innato es un don natural de ser y el talento de expresar su saber individual de forma original y única. Como vemos en el análisis de su carta, esto es algo marcado por su cruz de encarnación y su perfil, es decir las posiciones del Sol y la Tierra y las líneas del hexagrama que ocupan.
Mucho se ha escrito de su posible trastorno de identidad, debido a que sus padres le consideraban como la reencarnación de su hermano muerto nueve meses antes de que él naciera. Le pusieron el mismo nombre, y a los cinco años, tal como él explicó, sus padres lo llevaron a la tumba de su hermano y le dijeron que él era su reencarnación. Realmente debió sentirse muy confuso, pero tanto como para trastornarse no, ni de lejos. Dalí muestra un fuerte sentido de la identidad que se expresa desde un ego competitivo y un fuerte vínculo de pertenencia a sus orígenes y a sus raíces. Todo este sentido de identidad y pertenencia a un grupo viene implícito en dos de las tres
definiciones importantes que Dalí tiene en su carta. Primeramente tiene fuertes desavenencias con supadre que ejerce de notario en Figueras, pero más adelante acabaran reconciliándose, en sus memorias Dalí reconoce en su padre a una persona muy influyente y querida por él, aun así se enfrenta a su autoridad cuando lo cree necesario, lo cual a mi entender muestra un fuerte sentido de identidad. Su padre es un hombre de constitución fuerte, un burgués de clase media hecho a sí mismo, librepensador, empapado de las ideas progresistas de la época, anticlerical, esperantista, culto e ilustrado, tiene un carácter autoritario con el que a menudo amedrenta a su hijo, sobre el cual proyectaba el ideal de hombre fuerte culto, inteligente, burgués e ilustrado que él representaba. Espera que haga carrera en el mundo de las leyes, las ciencias o la medicina. Pero desde el principio tiene dificultades para aprender en la escuela, así como para escribir la ortografía correcta, hasta el punto que su padre llega a pensar que tiene un hijo tonto. Y es que Dalí tiene el carácter “del genio al loco” marcado por su Sol-Tierra de personalidad, este es un rasgo que hace que la persona necesite más tiempo y dedicación en el proceso de aprendizaje, a menudo en la infancia tienen problemas en la escuela, ya que estos niños necesitan de gran paciencia y atención de parte de los
educadores, para que se respeten sus ritmos. Son personas que necesitan hacer las cosas por sí mismas, repetir lo que están aprendiendo a su modo y a su ritmo, un ritmo marcado por pulsos irregulares e imprevisibles. Para poder memorizar, entender y aprehender, necesitan desarrollar las cosas desde su propia perspectiva, siguen una pauta individual que lleva implícita la necesidad de expresarse desde su propio saber, su propia original singularidad. Una vez han podido entender y afianzar el conocimiento, a su modo, ya no lo olvidan jamás. Con la motivación adecuada pueden tener una voracidad de saber insaciable. El mismo Dalí nos habla de esto cuando se remonta a su infancia;
“Nunca supe ser un alumno mediocre. Unas veces parecía negado a toda enseñanza, dando muestra de la inteligencia más obtusa, y otras veces me lanzaba al estudio con un frenesí, una paciencia y una voluntad de aprender que desconcertaban a todo el mundo. Pero, para que mi celo se sintiera estimulado, había que ofrecerme forzosamente algo que me complaciera. Entonces, atraído por lo que se me ofrecía, mostraba un apetito insaciable.”
Desde los once años, Salvador muestra gran interés y habilidad por el dibujo, toma un primer contacto con la pintura contemporánea en Cadaqués en la casa de la familia de Ramon Pichot. Por recomendación de estos, su padre le facilitará las clases de pintura con el maestro Juan Núñez, cuando Salvador tiene sólo once años. Tres años después, Salvador participa en una exposición colectiva de artistas locales en el teatro municipal de Figueras y en otra exposición en Barcelona, promovida por la Universidad, en la que recibirá el premio Rector de la Universidad.
Dos años después, en el 1921, muere la madre de un cáncer de útero, tiempo después, Dalí describirá este momento de su vida con estas palabras; … el golpe más fuerte que he recibido en mi vida. La adoraba. No podía resignarme a la pérdida del ser con quien contaba para hacer invisibles las inevitables manchas de mi alma …
Un año después, en el 1922 Dalí se muda a la célebre Residencia de Estudiantes de Madrid para comenzar sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Donde enseguida atrae la atención por su carácter de excéntrico dandi. Luce una larga melena con patillas, gabardina, medias y polainas al estilo de los artistas victorianos. Sin embargo, son sus pinturas, en las que Dalí tanteaba el cubismo, las que llaman la atención de sus compañeros de residencia, entre los que se incluían futuras figuras del arte español, como Federico García Lorca, Pepín Bello o Luis Buñuel. Dalí es expulsado de la Academia en 1926, poco antes de los exámenes finales, por afirmar que no había nadie en ésta en condiciones de examinarlo. La maestría de sus recursos pictóricos se refleja en su impecablemente realista Cesta de pan, pintada en 1926.
A partir de la muerte de su madre Salvador se aleja de su padre, al que no le perdona haberse casado con la hermana de la difunta madre poco después de su muerte. Fuertes desavenencias vendrán entre ellos por la actitud provocadora de Salvador. El padre, Salvador Dalí i Cusí se opondrá al romance del joven artista con Gala, y condenará su vinculación con los artistas del surrealismo por considerarlos —como buena parte de la opinión pública— elementos tendentes a la degeneración moral. Una tensión en aumento culminará en enfrentamiento personal, a raíz de una noticia sobre Dalí publicada en la prensa, en la que se refería que un dibujo de un Sagrado Corazón de Jesucristo expuesto en París por el joven mostraba una inscripción en la que se leía: «En ocasiones, escupo en el retrato de mi madre para entretenerme». Ultrajado, su padre demandará una satisfacción pública. Dalí se negará, quizá por temor a ser expulsado del grupo surrealista, y será echado violentamente de casa el 28 de diciembre de 1929. Su padre lo deshereda y le prohíbe regresar jamás a Cadaqués, Dalí tan solo tiene 25 años. Posteriormente, Dalí describe cómo en el curso de este episodio le presentó a su padre un preservativo usado conteniendo su propio esperma, con las palabras: «Toma. ¡Ya no te debo nada!». El verano siguiente, Dalí y Gala alquilaron la pequeña cabaña de un pescador en una bahía cerca de Portlligat. Compró el terreno, y a lo largo de los años fue ampliándola hasta convertirla en su fastuosa villa junto al mar, hoy reconvertida en casa-museo. Posteriormente padre e hijo se reconciliarán y Dalí mantendrá su vínculo con sus raíces en las tierras de Portlligat, Cadaqués y Figueres, visitando la casa paterna y manteniendo el vínculo con el padre hasta su muerte. De este agradecerá siempre su educación, por autoritario que fuera, éste le abre la puerta al mundo del saber que Dalí tanto aprecia, y que no deja de explorar lo largo de su vida. El siente el saber cómo una fuente de inspiración para su obra. Dalí en su Diario de un Genio, habla así de su padre;
“En otra parte he empezado a relatar la trágica vida de mi padre. Es digna de Sófocles. Mi padre fue, en efecto, no ya solo el hombre a quien más he admirado, sino también al que más he imitado, y pese a eso no he dejado de hacerle sufrir. Ruego a Dios que le guarde en su santa gloria, en donde tengo las seguridad de que se encuentra ya, pues sus últimos tres años se vieron jalonados por una fuerte crisis religiosa que le valió el consuelo y la bendición postrera de los últimos sacramentos. Pero en esa época de la infancia, cuando mi espíritu se afanaba por saber, no encontraba en la biblioteca de mi padre otra cosa que libros ateos. Hojeándolos, aprendí con todo celo, sin dejar prueba alguna al azar, que Dios no existe. Leí con una paciencia inaudita a los enciclopedistas, que hoy me parecen aburridos hasta lo insoportable. El diccionario filosófico de Voltaire me suministraba en cada una de sus páginas argumentos de hombres de leyes (iguales a los de mi padre, que ejercía de notario) sobre la inexistencia de Dios.”
Dalí hace un nutrido viaje intelectual, desde la biblioteca de su padre, pasando por su relación con el movimiento surrealista y acabando en manos de Gala Éluard que se convertirá en su musa intelectual.
En su autobiografía hace un alegato personal sobre sus motivos y razones en torno a su relación con el movimiento surrealista. Es una de las partes más interesantes del libro, donde dónde Dalí se retrae hasta la infancia para explicar su postura;
“…No me importan las calumnias que sobre mi persona pueda proferir André Breton, quien no me perdona haber sido el último y único surrealista que existe, pero es necesario que todo el mundo sepa algún día, cuando se publiquen estas páginas, como sucedieron en realidad los hechos. Para ello, es ineludible que me remonte a mi infancia…”
Todos los párrafos del textos que aquí copio son extraídos de esta parte del libro. Para Dalí es muy importante el mensaje surrealista, hasta el punto que lo hace suyo. Como el mismo nos dice;
“…Me disponía a entrar en el grupo surrealista, cuyos temas y consignas acababa de estudiar concienzudamente, desmenuzándolos hasta llegar hasta el último huesecillo. Me imaginaba que se trataba de trasladar el pensamiento al lienzo de una forma espontánea, sin el menor escrúpulo racional, estético o moral. Pero resultó que, antes incluso de entrar realmente en el grupo con la mejor buena fe posible, se ejercieron sobre mí coerciones parecidas a las que me imponía mi familia. Gala fue la primera en advertirme que entre los surrealistas iba a padecer los mismos vetos que en otras partes y que, en el fondo, todos eran unos malditos burgueses. Mi fuerza, profetizo ella, radicaría en mantenerme equidistante de todos los movimientos artísticos y literarios…”
“…Me tomé, pues, el surrealismo al pie de la letra, sin despreciar la sangre ni los excrementos de los que sus prosélitos nutrían sus diatribas. Al igual que me había esmerado en convertirme en un perfecto ateo leyendo los libros de mi padre, también fui un estudiante de los surrealismos tan concienzudo que rápidamente me convertí en el único ‘surrealista integral’. Hasta el punto que acabaron por expulsarme del grupo por ser excesivamente surrealista. Los motivos alegados me parecieron de la misma clase que aquellos que habían provocado mi expulsión del círculo familiar…”
Dalí es un ser de original singularidad. Todo alimento intelectual lo transmuta a través de su particular visión y lo expresa también de un modo singular, donde vemos también unpensamiento centrado en la lógica, desmenuzando y transformando el pensamiento de Nietzsche;
“Cuando descubrí a Nietzsche, me quedé atónito. Vi que tenía la audacia de afirmar en letras de molde: “¡Dios ha muerto!”. Como se explicaba eso! ¡Llevaba yo tiempo aprendiendo que Dios no existía, y ahora alguien me comunicaba su defunción! Zaratrustra se me antojaba un héroe fabuloso, cuya grandeza del alma yo admiraba, pero al mismo tiempo se daba a conocer con unas puerilidades, que yo, Dalí, hacía mucho que había superado. Llegaría un día que yo llegaría a ser más grande que él!!! El día en que empecé a leer ‘Así hablo Zaratrustra’, me forme ya mi concepto de Nietzsche. ¡Era un hombre débil, que había tenido la debilidad de volverse loco! Estas reflexiones me proporcionaron los elementos de mi primera consigna, aquella que, andando el tiempo, acabarían por convertirse en el lema de mi vida:”¡la única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco!”
“…Sí, por una parte, Nietzsche, en lugar de reafirmarme en mi ateísmo, hizo germinar por primera vez en mi espíritu los interrogantes y las dudas de la inspiración pre-mística…”
Todo pensamiento individual que trata de expresarse sin ser invitado, topa con el rechazo de los demás que sienten como una afrenta la crítica del otro. Es una cuestión de sensibilidad, lo que puede ser una crítica constructiva cuando hay un reconocimiento y una invitación que hace a la sensibilidad receptiva a esta, se vuelve una injuria cuando no ha sido invitada y esta opinión es rechazada sin siquiera ser analizada. No deja de ser curioso ver como el método paranoico-crítico elaborado por el propio Dalí gira entorno a este aspecto de su personalidad, tan a menudo incomprendida. Es un método pictórico de representación de imágenes superpuestas, entrelazadas y ocultas, en un juego de apariencias que entrelazan lo aparentemente desconectado. Dalí describía el método paranoico-crítico como un «método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetividad crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes».
A mi modo de ver Dalí nos habla de la percepción subjetiva e irracional del ser humano, que en el fondo sigue un patrón lógico subyacente representado en la asociación de imágenes que puebla la memoria, de las cuales el sujeto ve las que para el son más significativas, haciendo su particular interpretación. La realidad psicológica del método paranoico-crítico, así como la intención en las obras surrealistas, es la transformación del receptor a través del mensaje.